2.- La primera impresión siempre es de confianza hacia el otro.
3.- No nos gusta decir NO, en principio.
4.- A todos nos agrada que nos halaguen.
Y yo agregaría una 5a. quinta 5a.: No caer en el pánico súbito... aunque sé que es algo de lo más difícil que hay, sobre todo cuando no estamos ya acostumbrados en esta sociedad urbana a enfrentar crisis inmediatas.
Como ejemplo práctico, quiero compartirles un caso recurrente en esta temporada y una experiencia familiar cercana:
(1): Hay gente que se comunica a las casas particulares fingiendo enojo o angustia, argumentando que en su celular tienen registradas llamadas del número residencial de dichas casas con amenazas de muerte o extorsión.
Insisten que es nuestro número de teléfono el que aparece en su identificador de llamadas... pero esto es un truco para obtener información privada de la persona que contesta la llamada.
"¿Cómo es esto?", se preguntarán. Pues... por medio de afirmaciones "gancho", que permiten, debido a la RHN, que la gente "buena" HABLE DE MAS (¡¡recuerden las 5 tendencias 5 antes mencionadas!!):
"¡Acabamos de recibir una llamada de amenaza de muerte (o secuestro exprés, o extorsión) desde ese número y fue un hombre quien nos llamó!", es lo que escuchamos al teléfono.
¿Qué respondería alguna persona consciente y comprometida?
Al percibir la ira o angustia de la otra persona, la que contesta se siente presionada y obligada a aclarar la cuestión, PERO TAMBIEN TRATARA DE ENFATIZAR SU INOCENCIA, O DE CONFORTAR A LA OTRA, con frases como éstas:
- "¿Cómo, si aquí no vive NINGÚN HOMBRE?"
- "¡Ay, Dios mío, cómo cree, si aquí vivo SOLA CON MI BEBE!"
- "¡Es imposible, mis hijos y esposo NO LLEGAN sino hasta la noche!"
- "Se equivoca, amigo, no HAY NADIE EN ESTA CASA LOS FINES DE SEMANA, pero espero que se resuelva su problema..."
¿Se dan cuenta de lo que hacemos por "solidaridad"? Posteriormente, esa persona QUE NO CONOCEMOS, quizás se disculpe, tal vez solloze y pida más datos de ustedes, "para estar seguro"... y entonces seguiremos diciendo cosas e información como:
- "Ay, cómo lo siento. ¡Yo tengo DOS HIJOS PEQUEÑOS, EN PRIMARIA, imagínese! Y mi esposo TRABAJA DE VELADOR, así que comprendo su angustia, pero no se preocupe, primero Dios todo se arreglará!" (¡Qué ternura la de la buena gente de mi pueblo, caray!) Y entonces cuelga, satisfecha de haber "confortado" a la angustiada persona que le llamó.
A los pocos días, llaman nuevamente para decir (y lo peor, con lenguaje altisonante): "Los tenemos bien controlados, sabemos muy bien a qué hora entran y salen, quién está EN LA CASA, cuántos HIJOS PEQUEÑOS tiene, donde estudian la PRIMARIA y si no quieren que les pase algo a sus HIJOS o a su ESPOSO, (o a sus papás, hermanos, etc.) tiene que darnos $$$$$$ cantidad".
¿Qué hacer? No permitir que nos controlen. Escuchar pero responder con firmeza, negando lo de la llamada y sugiriendo que se llame a las autoridades, de las dos partes. Si acaso, decir que lamenta el hecho Y COLGAR EL TELEFONO. TRATAR DE NO PROPORCIONAR información alguna, por mucho que sea nuestro primer impulso. Este es el objetivo de estos tipos o "hackers" (¡más bien, delincuentes, qué va!) sociales.
(2): Hace tiempo, un miembro de la familia llamó desesperado al ignorado Cuaco con Cuerno, para buscar consejo URGENTE. Les acababan de llamar para decirles que un pariente cercano que trabajaba en los Estados Unidos (sí, adivinaron: era indocumentado) había ocasionado un accidente, herido o matado a una persona y que estaba detenido en la terminal aérea de la Muy Noble y Muy Leal. Y para no "regresarlo" (con el agravante de que lo juzgarían allá por el accidente) tenían que depositar una cantidad para "echarle la mano" (¡estos eufemismos del mexicano!) y que el "Comandante" se "hiciera de la vista gorda" y que se "saliera" el susodicho parientico.
("¿Y yo por qué?", me pregunté al estilo Fox). Le dí ánimos y le confesé mi falta de capacidad para aconsejar en un asunto tan delicado, de modo que consultara con algún profesional. Me contestó que no, que confiaba más en mí, y el pretexto para consultarme es que había estado en Inteligencia y si tendría contactos para resolver el asunto (!!) Pues... no. Pero estaba tan desesperado que le planteé un plan de acción.
Plan A: ¿Ya trataron de contactarlo con o a través de su familia? "Pero... ¡¿cómo *$%#!!&+# vamos a contactarlo, si está detenido en el Aeropuerto?!" Y perdonándole las palabras altisonantes, comprensibles en todo lo que cabe, dada la situación, le contesté: ¿Y quién te asegura que REALMENTE esté en México? En 1er. lugar, si es indocumentado, ¿cómo va a tomar un avión, a escasos minutos del supuesto accidente? ¿Y ya viste la hora? Según esto, tomó el Concorde, o un caza supersónico para estar ya en la capital? Su respuesta: NO, NO SE NOS HABIA OCURRIDO.
Le dije: entonces, háganlo y si no, pasamos al Plan B. Aquí, mis colegas que escuchaban (nooo, si chismosos los hombres, no son), me preguntaron: "Y... ¿tienes ya un Plan B?" N'ombre, el orgullo que sintió el Caballito con cuerno al decirles: "¡¡Pues, claro que no!! Es para tranquilizarlo".
El final fue feliz. Después de hora y media de angustia (y de "dialogar con el *"%$$#!!&?%+* "Comandante" por teléfono), confirmaron que el pariente sí estaba... pero en su trabajo, en la Unión Americana. O sea, puro y vil chantaje embustero. Pero con esto quiero ilustrar la 5a. tendencia: caer en pánico. No obstante, los entiendo: ¿cómo no creerles si saben (o "parecen saber") datos que uno cree solamente conoce la familia más cercana. Los exhorté a investigar entre amigos del susodicho, incluso allá, en Estados Unidos (sobre todo, de la familia de su "esposa"), pero, quizás comprensiblemente, ya no quisieron tocar el asunto más.
Por lo tanto, la moraleja de esta plática fue: no comenten nada a favor de los diputados, porque los colegas (sobre todo mi "Némesis") empiezan a silbarle y a ridiculizar al caballito con cuerno.
(Ya veré mañana qué les cuento, para que no me anden echando montón estos cuates, jejeje).
Un saludo afectuoso (y más aún si llegaron hasta el final de este rollo "delincuencial"), asegurando que procuraré conversar de algo más ameno la siguiente vez, de parte del
"¿Inteligente?" (juar, juar, sí, cómo no) Cuaco Cornúpeta.