lunes, 29 de junio de 2009

Y AHORA... QUÉ ??? (HISTORIAS DE FAMILIA)

Estoy como perdido.

Vuelvo de una temporada de fuertes emociones y retos epidemiológicos, eso sin contar los sustos debidos a los virus verdes en México... y no estoy hablando de los A H1N1, sino de los de la Deselección Nacional!

Y quizás por ello, después de tener la adrenalina hasta el tope..., ahora me encuentro en un estado casi catatónico, en lo que a escribir se refiere.

[Por cierto, en un estudio realizado en una universidad de la Gran Bretaña (no recuerdo si fue Queen's College, luego se los investigo), descubrieron que, durante una aburrida exposición oral (en vivo o por medio de una grabación), las personas que hacían trazos o dibujos en una hoja pudieron recordar casi hasta un 30% más que quienes se mantuvieron inmóviles escuchando. ¿Qué les parece? De modo que esto me ayudaría a concentrarme para escribir si no fuera porque luego tendría que limpiar mis garabatos del monitor de la computadora, jejeje! Inténtenlo! A mí me ha funcionado durante los largos (y contradictorios) informes que daban sobre la influenza. Luego me cuentan) ].

Bueno, decía que en una de estas tardes de depresión post-parto, digo, post-casi-pandemia-de-influenza, decidimos ir al buen y viejo cinema a ver alguna película para levantar los ánimos alterados por la casi-pandemia, jejeje (por ejemplo, "Exterminio 1" y "Exterminio 2", "La noche de los muertos vivientes: reloaded", o ya de perdida "El año que vivimos en peligro en México", o "El fin de los tiempos, Reto Ciudad de México"). Obviamente, nadie quiso seguir mis deprimentes sugerencias, y entonces tuvimos que recetarnos una tal película denominada "Up, una aventura de altura".

Déjenme decirles que le voy a reclamar a Pixar y colaboradores haber hecho llorar un poquito a mi mamá... ¡Los muy... sentimentales! Es de esas películas para niños que hacen pensar más a los adultos (los niños siempre son más inteligentes, but of course!!).

Pero lo que uno no se espera son los primeros 10 minutos de la cinta, aproximadamente. ¡Caraxo, es todo un poema! Con tan solo unas escenas excelentemente secuenciadas y editadas, un poco de música para rememorar una época y las disolvencias en tonos sepia, nos relatan todo el corazón del personaje principal y por tanto, las motivaciones y causa de tan sin igual aventura.

De no ser que por antonomasia, los Caballitos con Cuerno son bastante estoicos, también me hubiera puesto a chillar (como lo hicieron disimuladamente, la mayoría de los que me rodeaban en el cine).

Entiendo las discretas lágrimas de mi madre. Después de todo, su historia se parecía a la que nos narraban en la pantalla. Déjenme explicarles...

Mi madre desciende directamente de la etnia mazahua, en el centro de México. Conoció a mi padre cuando cuidaba a mi abuela. La familia de mi padre (dicen que de "rancio abolengo", pero venida a menos económicamente) presumía de sus antecedentes españoles, italianos y alemanes.

De manera que, cuando al fallecer mi abuela mi desconsolado padre comenzó a platicar con la chica morena y seria que cuidó a su madre varios años hasta su final, supongo que para recordarla y sentirla aún cerca, surgió una curiosa historia de amor o cariño, que dio lugar a que poco después mi tío, el hermano mayor de mi padre, pidiera la mano de la asombrada muchachita que, después de unos momentos de vacilación, diría simplemente: "Bueno... ¡acepto!"

Evidentemente, la más rancia aristocracia familiar puso el grito en el cielo (¡Y MÁS ALLAAAÁ!, como diría Buzz Lightyear... perdón, es que me quedé con las películas de Pixar en mente. Continuamos).

El día de la boda, solamente acudió mi tío, el hermano mayor de mi padre. Y obviamente, los novios. Y algunos testigos. Ahhh! Y el sacerdote. Y sus acólitos??? Ya no me acuerdo. Comprenderán que los Caballitos con Cuerno también tienen sus límites, OK?? (Sobre todo, cuando creo que aún no han nacido, jijiji).

Y así, durante el resto de sus vidas, tuvieron que padecer el rechazo de familiares y amigos, hasta que los hijos crecimos y pudimos tener un poco más de independencia, porque nuestras infancias también fueron medio "inhóspitas", jejeje. Me vuelvo a explicar:

¿No les llegó a pasar, camaradas cibernáuticos, que no quisieran saber nada de las fiestas "infantiles" de la familia, porque eran un verdadero "thriller" para ustedes??

Sí, ya saben:
- "No te pongas a correr y vayas a tirar a tu primo Jaimito!!" (y el tal "Jaimito" era un pelagartón 5 años mayor que yo, caraxo!!) o
- "NO te vayas a acabar TODO el pastel en tu plato, es de mala educación, van a pensar que estas muerto de hambre o nunca has comido pastel en tu vida!!" (Y la verdad sí, ¡casi nunca comíamos pastel, y qué!, yomi, yomi, jajaja!!) o el clásico:
- "No juegues fútbol, recuerda que ESE pantalón que traes es el de la escuela (y por tanto, el que era más o menos presentable, jijiji)."

Como uno de niño era más aventurero, al final no faltaban las ominosas amenazas: "¡¡Vas a ver con tu mamá!!!"A esas fiestas "familiares" nos llevaba nuestra tía: a mi mamá casi NO la invitaban, por evidentes razones. Y como éramos los más (y únicos) morenitos del grupo, curiosamente casi siempre quedábamos al final de las filas para repartir:

1) el pastelote de chocolate (nos tocaba la parte de la "¡¡mordida, mordida, mordidaaa!!");

2) las gelatinitas (y a veces no alcanzábamos, por estar buscando la parte comestible del pastel entre todo el merengue, jejeje!!);

3) las cajitas de regalo con los dulcecitos (y ya no alcanzábamos monito de luchador, juar, juar!!);

4) cascarones de huevo con harina y confetti, es decir, papel picado (y nos quedábamos como el
Gral. Anaya: si tuviéramos más huevos, ustedes no estarían aquí ganándonos!!!... o algo así. Y no fue albur, jajaja!!).

5) y del payaso y las piñatas ya ni hablo: nunca nos tocaba pasar. Éjele, que ni queríamos dar de palos al payaso ni patear a la piñata... ¿o era al revés?

En fin, no guardo rencores. Gracias a estas actitudes, formamos el primer comando secreto infantil C.H.A.F.A.S., es decir: Comando Heroico de Avanzada y Facilitación de Alimentos de Sobras. Así como años después nos plagiarían la idea Rico, Kowalski, Cabo y Skipper (o sea, los Pingüinos de Madagascar), así mis hermanas, mi hermano y yo hacíamos arriesgadas y peligrosas incursiones hacia los finísimos comedores repletos de viandas, en misiones cuidadosamente planificadas para extraer las golosinas y lo que dejaran sobre las mesas (Los comandos S.E.A.L.?? Los S.W.A.T.?? Los comandos Spetsnaz soviéticos?? El 007?? N'ombre, esos eran niñitos lloriqueantes en comparación, caraxo!!!).

Nos escurríamos por debajo de las mesas y sillas. Nos avisábamos por señas y sonidos clave. Y cuando se escuchaba la señal A1 ("chiflido tipo olla expréss"), era tiempo de que una mano misteriosa saliera de abajo de la mesa y tomara el plato donde habían dejado pastelitos sin tocar, botana a medias o hasta un precioso pedazo de pastel a medio comer, faltaba más!! Luego, con la señal R3 ("ladrido de Fox Terrier"), el osado agente inflitrado en la cocina o comedor salía más raudo que veloz hacia el C.U.L ... ¡ay, no, perdón!, decía, hacia el C.U.C.O. (Centro Único de Coordinación de Operaciones).

Allí se reportaban los resultados de las arriesgadas misiones: un platito lleno de riquísimas galletas que se habían ensuciado de algo negro y amargoso. Se lo quitábamos y nos las comíamos con singular alegría (luego nos preguntaron que quién había tirado "el caviar" a la basura, jojojo!! Igual y nos sabía muy feo entonces). Había refrescos que servían y nadie se tomaba: ¡Qué felicidad! Nos repartíamos el botín de manera lo más justa posible, no como los insignes políticos de un partido mexicano cuyo nombre no diré, por elemental discreción para con los lectores extranjeros, (Para no dar pistas de su nombre, sólo diré que sus iniciales son P.R.D.).

En fin, todo marchó de maravilla, hasta que un aciago día, obtuvimos en una temeraria incursión, hasta donde ningún humano había llegado jamás (claro que sí, Sr. Spock!!) toda una bandeja con cacahuates, papitas fritas y 3 vasos 3 grandes y alargados, llenos de refresco "Coca-Cola"... o al menos eso creímos. Tenía un sabor medio penetrante, pero, al fin "guzgos escuincles" (traduccion para otros lares donde el español aún se hable como era antes: guzgo=gusgo=goloso), nos "empujamos" los refrescos hasta el fondo.

Horas después, despertamos mareados, con vómitos y dolor de cabeza. Adivinaron: esas cosas líquidas eran sendas "Cubas Libres" bien cargadas, con lo cual se me quitaron las ganas para siempre de volver a los alcohólicos caminos del despapaye y el jolgorio, así como a ver con buenos ojos al inefable Comandante Fidel. ¡Qué dolor!

Mi padre murió tiempo después. Era tan buena gente que, por empujar a un niño que cruzaba la calle junto a él, ese méndigo auto zigzageante lo alcanzó a golpear. Y aunque el accidente no lo mató, las posteriores complicaciones, del todo infantiles, casi negligentes, fueron las que se lo llevaron antes de tiempo. Alguna vez hablé de ello AQUÍ, en este mismo blog, de modo que no los aburriré con más detalles.

Sí, la historia de mis padres pareciera de telenovela, pero con un final muy distinto a los de los cuentos de hadas. Sin embargo, quizás gracias a ello, fue que surgieron los Caballitos con Cuerno. Veo a mis primos (los que quedan) y sus familias y veo con tristeza que la maldición de Merlín les alcanzó. Les aclaro: cuenta una leyenda que, a una pregunta de un noble acerca de la educación de sus hijos, el legendario mago sólo contestó con un tríptico:

De pordiosero a obrero,
hijo de obrero, caballero;
nieto de obrero, pordiosero.

Y así, de algún modo, casi todos mis familiares por la vía paterna se han extinguido: acabaron sus fortunas a lo tonto, algunos se mataron en accidentes estúpidos (probando la potente motocicleta nueva, en arrancones para impresionar a la rubia italiana, por impresionar a las chicas del antro y jugar con fuego, etc.) Los que quedaron se marcharon a Estados Unidos en busca de los "amigos" de la familia, cuando eran influyentes... y desaparecieron. Ya no sabemos más de ellos desde hace años.

Nomás quedamos nosotros. Y nuestros pocos Avarim (Unicornios pequeños, según la leyenda). Una hermana se dedicó a labores altruistas, casi de misionera. Mi hermano... esa será otra historia. De modo que los Caballitos con Cuerno nos vamos extinguiendo también, jejeje.


Y... ya vieron todo el rollo que salió. Y yo que pensaba que no tenía qué contarles. Espero me disculpen por esta despistada confesión personal, pero...

Después de todo, creo que somos amigos, ¿no? Y a los amigos se les abre el corazón... y la memoria, y el bochorno, y las anécdotas, y en resumen, la vida. ¿O no?

(Y luego lo andan cajeteando, bueno, ruborizando a uno, cuando nos lo recuerdan y se ríen de nuestras desgracias infantiles, ¿no? Bueno, es parte del riesgo de abrir el corazón, vale pues).

Me despido antes de comenzar a contar cuando las escaramuzas en Centroamérica, o las explosiones en San Juanico o el correteadero en el Amazonas... juar, juar, esto ya parece el canal de "NatGeo", pero en comedia!!!

Cuídense mucho, y prometo no volver a hacerlos bostezar demasiado. Por lo menos, ya nos conocemos un poco mejor... espero.

Rogando porque no balconeen algún día a los Cornúpetas Potros de mi extinta Familia, se despide deseándoles un Luminoso Día,

el íntimamente extinto Unicornio...