viernes, 14 de diciembre de 2007

En Tierra de Dragones...

Hoy no sé de que escribir. Como que estoy apentontado (ya estoy mejorando mi idioma "mexicano", o castellano tenochca, ¿verdad?). Han sido sesiones muy desgastantes, entre lo lógico y "lo conveniente"; entre lo que se DEBE hacer y lo que es "políticamente correcto". De modo que estoy cansado y agotado mentalmente.

Es en ocasiones como esta que me declaro otra vez incapaz de entender los aviesos giros de los traumas humanos. Personas que dicen "blanco" en un segundo se vuelven a decir "¡negro!". Compañeros que están contigo, voltean la espalda al momento siguiente. Los Caballos con Cuerno están acostumbrados a estos súbitos giros, y los comprenden (aunque no los justifiquen)... pero no a la velocidad y en la cantidad que he presenciado estas semanas!!!

Este argumento me recuerda una de las más inquietantes y quizás la más influyente de las novelas tipo "filosófica-ficción" (¿antecedente de nuestra "ciencia-ficción"?) de la época medieval, escrita por una especie de "Renacentista" musulmán (almorávide) español, si mal no recuerdo: Ibn Tufail (siglo XII). Se llama "El Viviente, Hijo del Vigilante" (Hay Ibn Yaqzan). Trata de un niño, abandonado en una isla desierta. Es criado por una cabra, y al crecer, obtiene conocimiento de manera autodidacta y empírica: estudia las estrellas, aprende a sembrar y cosechar, a tejer y anatomía, disecando animales. Pasa de la ciencia a la filosofía y a la teología, demostrándose a sí mismo, de manera indubitable, la existencia del Creador. Al llegar a ser un adulto maduro, descubre a la Humanidad, aprende sus lenguas y se decepciona de la vulgaridad y miseria espiritual de la religión popular. Criticó que una pizca de moralidad fuera obtenida por estrechas y vagas promesas de cielo y crueles amenazas de infierno. Decide entonces convertirles a la más pura religión filosófica. Por supuesto, no lo comprenden y hasta le llegan a ser hostiles: pagan odio por amor y sabiduría. Y con el entendimiento luminoso que le caracteriza, nuestro personaje aprende que el pueblo solamente puede respetar cierto "orden social" con la ayuda de "religiones" llenas de mitos y milagros; ceremonias y ritos; castigos y tal vez recompensas, y entre más "sobrenaturales", mejor. Al final, se disculpa por su noble intromisión para intentar mejorar sus vidas y sus espíritus, y regresa a su isla y a sus compañeros, los animales.

No hay nada nuevo bajo el sol, definitivamente. Pero Ibn Tufail también tuvo otra gran influencia en el pensamiento medieval: presentó a un joven e idealista médico y jurista con el califa en turno: un tal Averroes, el espíritu más influyente (y también polémico) de la filosofía islámica. De él, precisamente, quiero compartirles una frase que a veces ayuda a comprender y a tomar rumbo en estas etapas oscuras: "Sed Renovadores en lo que se refiere a la Ciencia y el Pensamiento... pero sed Conservadores en lo referente a los asuntos de los Hombres."

Es mi problema. A veces olvido que evolucionamos tecnológicamente a velocidades enormes... pero en el fondo, en nuestras emociones, instintos y temores, seguimos casi en la edad de las cavernas; es decir, avanzamos a paso de tortuga obesa y reumática con principios de artritis (perdón, creo que exageré).

No quiero aburrirlos con más quejas. Otro día les platico de Averroes y de los sabios musulmanes de España. por el momento, únicamente les deseo que tengan un día luminoso, dondequiera que estén!!